jueves, 3 de abril de 2014

No toda es vigilia la de los ojos abiertos: Macedonio Fernández


Una potencia imaginativa capaz de difuminar la convencional división entre el absurdo y el sentido; su experimentación con el flujo de conciencia le permitió proponer universos imposibles que, al tiempo que extendían los territorios ''lógicos'' del arte de la narrativa de su tiempo, nos recuerdan por siempre que la naturaleza paradójica de los elementos de la vida real, que puede manifestarse súbitamente y de cualquier modo, los hace susceptibles de ser yuxtapuestos. Sin obligarnos a examinarlo todo, empeñándonos en la búsqueda de rígidas delimitaciones semánticas de analogías y metáforas, será posible que un símbolo sea a la vez concepto y cosa en sí; ésto lo hizo muchas veces con humor [humor conceptual, leí por ahí] quizás porque don Macedonio intuía que una broma puede poseer verdades más diáfanas que las que una erudición grave cree patentar por los dudosos derechos que otorga un ceño fruncido. En fin, para mí la idea de un zapallo convirtiéndose en cosmos, es una deliciosa incitación a mirar la realidad con un desenfado que alimenta la agudeza contemplativa y la plasticidad de nuestras interpretaciones. 

Aparte: es mi fruta favorita.


Así se expresaba J.L. Borges de quien fuera el gran amigo de Jorge Guillermo Borges, su padre:
  • ''Era un abogado argentino, un tenue y suave señor gris, que vivía en barrio de Balvanera y que se había entregado, único en su siglo tal vez, a la curiosa ocupación de pensar.'' (Galaxia Borges, pág. 35; Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2007)

Y ésto es tomado de Wikipedia:
  • <Hombre que no se cansaba de ocultar, antes que mostrar, su inteligencia proverbial. Macedonio prefería el tono de consulta modesta antes que el dictamen pontificador. Su tono habitual era el del ánimo perplejo. Lo caracterizaba la veneración de Cervantes, una cierta divinidad para él. Detestaba todo aparato erudito, que entendía como una manera de eludir el pensamiento personal. De esta manera su actividad mental era incesante. Vivía desinteresado de las críticas ajenas, de confirmaciones o refutaciones exteriores. Con desparpajo y no cuestionada generosidad, atribuía su propia inteligencia a todos los hombres. Poseía la veneración supersticiosa de todo lo argentino. Y ejecutaba, en grado eminente, el arte de la soledad, y de la inacción. Sin hacer absolutamente nada, era capaz de permanecer solo, por horas. Pensar -no escribir- era su devota tarea. Aunque también solía, en la soledad de su pieza, o en la turbulencia de un café, abarrotar cuartillas en caligrafía minuciosa. Empero, no le asignaba valor a su palabra escrita.>


domingo, 15 de diciembre de 2013

Just for you, HERE IS A LOVE SONG!

Mi mente viaja, va trazando un zig-zag de rebotes contra paredes laberínticas, dispuestas así, al parecer, por una poderosa kabala de la psiquis. Más liberado y restituido que perdido o cautivo, estoy solo en un bosque de segmentos vagos (y qué importa que puedan o no llegar a ser reducidos a un tipo de fórmula-y-lógica) que tampoco veo cómo pueden garantizarte un cuarto de tranquilidad si es que llegáramos a reconocerlos.
¡Así que huye de este vértigo! ¡Aléjate de mis abismos mentales! Es la forma en que yo llego a algún lugar (y ya no sé mentirme): con la razón levantada en ciertas abstracciones insalvables, se pasea ingrávida una luz agonizante, haciendo tour por círculos que son viciosos, algunos, pero más fundamentalmente núcleos preciosos de realidad simbólica, que es en últimas la única realidad, una estética exquisita e involuntaria (¿Y cadavérica?); del tipo de interpretaciones que hacen la elipse.

Así también, me atajan en la caída
una gran cantidad de extremidades,
que unidas a cuerpos imposibles
[por incomprensibles para insensibles]
y asignadas a funciones tal vez frívolas para ti, oh compacto ladrillo
que no estás bailando
y que Ahora-veo-despegar-desde-mi-mano, alzando vuelo con rumbo al cristal de nuestras vanidades.

Así, todo para mi es ahora un mero collage que está vivo pero que no existe fuera del túnel, algo como un Brazos-a-siluetas-y-ojos-derretidos-en-las-sombras-que-hacen-nacer los elementos psicográficos que destilan de esa realidad que compartes conmigo, pero que yo logro escanciar como una pócima altamente quimerizada, a salvo de certezas inexpugnables y de males terminales [como son las corduras incurables] y los suicidios morales a los que se aplican gustosa y miserablemente quienes exhiben cualquier monoscópicamente determinada versión de la conducta exacta y las ideas justas.

¿Destruir al tirano? Quizás sí, inscribiéndolo en las listas del absurdo, viajando al centro de mi mente para desterrarlo y dejando allí solamente las flores del mal que me complacen, y me placen más; no crees en el placer de intoxicarse con su cruda franqueza y su belleza putrefacta, ni con el sexo voraz con el animal del hambre. ¿En qué crees tú? Crees que puedo obtener mi salvación dándote el gusto de hacerte sentir en lo cierto o, quizás digas tú, coincidiendo contigo en los supuestos de una realidad que yo deconstruyo en un bostezo de opio, esta misma realidad que se alza inabarcable para vos y para mí, a la que no encuentro otra posibilidad que hacerla mía llenándola de las formas que te aterrorizan y de los modos que te escandalizan, porque tú a pesar de no ser peor que yo tampoco sabes a dónde ir cuando el silencio te sentencia a reconsiderar la estupidez que acabas de decirle a ese corazón expectante que dejó de latir para esconderse de las decepciones cotidianas a las que se acostumbró por andar con ciegos como tú y como yo. Yo me escapo, y te dejo solo, porque de otro modo a mí también me tragará la avalancha cuando se rompa el dique de tus falacias lineales y se desborde tu ego, que desolado intenta hacerse sentir en todo lugar pero que sólo moja la superficie y se evapora al calor del aislamiento.

Es el final del camino para el frasco hermético y periódicamente esterilizado de tantos encéfalos uniformados que ruedan azarosamente sin sentir los golpes que se propinan a sí mismos al dar botes erráticos disfrazados de convenciones tácitas, sobre los siempre ilusoriamente planos terrenos que vende esa imposible homogeneización de algo caótico por excelencia: nuestra vida, nuestro mundo; por impredecibles que son, es que se me hace insulso tratar de escucharte, por infranqueables argumentos y no por un deseo de mi corazón, no quisiera que nos perdiéramos para siempre el uno al otro, pero mientras creas poder racionalizar, explicar, coartar ¡e inlcuso impedir! las sugestivas y caprichosas aleaciones de los fenómenos de esta ilusión yo no puedo seguirte en una fe ciega que no es ni amor ni es tierra firme para nadie; aunque creyéramos que sería lo más sano y si ese fuera el puerto al que quisiéramos dirigir nuestras almas, mejor entregarlas al primer infierno que nos abra sus puertas o sus piernas, porque cualquier precio es más bajo que ese que quieres que yo pague. Al final siempre queda el cerebro al revés, de una manera más cruel que la que obtendrías si entendieras cómo percibir las profusas oleadas de misterio que acompañan a cualquier minuto pueril del tiempo humano.

Carpe diem or die me friend?

lunes, 4 de noviembre de 2013

Y siguió diciendo que lo más sagrado y lo más profundo se ha desangrado bajo nuestro cuchillo, preguntando, al mismo tiempo, si se podría encontrar un agua capaz de limpiar la sangre del cuchillo asesino. E inmediatamente puso en duda que la grandeza de este acto fuera propiamente humana. Y entendía que toda la posteridad se agigantaba con la magnificencia de este acto. Se puso colérico y echó al suelo su linterna y creyó reconocer que se había metido muy precozmente entre los hombres. Intuía que los oídos humanos no estaban todavía preparados para escuchar tales verdades. Porque el rayo, el trueno, la luz de los astros, y los actos heroicos de los hombres requieren su tiempo para arribar. Y este último acto mencionado se encuentra más lejos que los actos más lejanos. Los hombres nada saben de ellos y son ellos los que han cometido el acto.


lunes, 21 de octubre de 2013

#3



87 páginas cruzadas. Y dos cigarrillos. Una obra amarillenta que apesta a sangre seca en las paredes. Los crímenes de este autor, dulce homicida. Un huésped que esconde un grito bajo cada ladrillo, y un latido detrás de cada pared. 2 am. Bombillas que parpadean y tu presente ausencia, que como un pulpo asfixia en mi cerebro las ideas sumergidas en débil éxtasis, en humos oníricos de los que ahora dependen. Las Amapolas, masticadas hasta el polvo, incendian los músculos de tus corceles ingrávidos, quienes vuelan y se tambalean en indómita carrera hacia el precipicio. Abruptamente ya no existe el suelo, el jardín fue dinamitado. Floto en un espejo. Un cigarrillo más, esperanzas desechables que expirarán con esta última bocanada y felices sueños, ¡allá donde solamente existes para mí!

jueves, 10 de octubre de 2013

Sonar.

10 de octubre, (históricamente un) mes de victorias proletarias y también tragedias para los pueblos, incontables exilios de inocencias en medio de fríos inclementes en la Rusia de los sóviets y los gulags.
                                                            La Universidad Tecnológica, institución colombiana de educación pública, de un espíritu osado y rebelde, históricamente aguerrida y combatiente ante el abuso de la autoridad. 
              Año 2013, el viejo futuro; en el mundo se destrozan con sangrienta alevosía unos pueblos a otros, y la sobre-población de seres míopes, caminando hacia una trituradora, producen terror porque es un malestar fundamentalmente innecesario. 
                                                    Estudiantes, caras en las que late la vida, la esperanza y entre ellos, líderes estudiantiles, hervidero de gestores, de abanderados de la reivindicación de todos los derechos; todo esto con un porcentaje de fatídica imposibilidad. 
                                                                    Sinestësicos, una banda más de música punk podrida, en la que participo y con la que este 10 de octubre en esa universidad pública, tuve el placer de sonar junto a ella nuestras canciones, a la hora de la libertad ante esos rostros jóvenes que creen en lo que les pertenece y procurará cuidarlo y fortalecerlo. 

Sonamos ante la fogata, en el bloque de Administración Ambiental, a las puertas del recinto, junto a unos andamios y una flamante imagen mural (muy bien lograda) con la pintura aún fresca del icónico Ernesto Guevara, Ché. Piedras contra el fascismo y cadavéricos bailes de despedidas fúnebres y escaladas sicariales presentes en nuestras letras, El hecho de sonar, de hacerlo en un ambiente de espacios públicos ganados, recuperados y revitalizados por nuevas generaciones de colombianos llenos de ilusión, aún cuando quizás falte mucha dirección. Y es sonar, y sonar allí, lo que me deja con tan buen sabor de boca, quizás más que en otras ocasiones en las que hemos recibido muchos más aplausos y saludos; ante éste, el de la UTP, un público sin un gusto manifiesto por este estilo musical que nos escuchó con atención en el breve lapso de 4 canciones luchadas contra el sonido. Gracias UTP, después de ser un inconforme sin aparente remedio, he aprendido a conocer el cariño que te tengo.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Texto sordo para oídos ciegos

Ruidos distantes, otras voces que me rescataron siempre en este lapso parcial de la edad de mi conciencia; dada así, tan imprevisible, para beneficio o más probablemente para perjuicio de un ciclo vital saludable y pacífico. Una alta vida, también, que sería como aquella tan atemporal en tal solaz sosiego de las nobles vacas en la India hasta, digamósls de una forma muy libre y diacrónicamente irresponsable, la cruenta llegada del alma inglesa; una existencia elevada en la que todas las formas externas fueran bienvenidas, así se podría ser a gusto propio, no sólo en lo psicológico, bastión de tantas corrientes de pensamiento que parecen haberse detenido como raíces sin riego abrazadas a la arena de los efectos de violentas revelaciones químicas, facsímiles de belleza espiritual; tampoco parece haberse podido recuperar de los cortos circuitos {en venas enfermizas que se enredaron y anudaron en adicciones y desvaríos, románticas, que en picada cayeron irremediablemente en un positivismo obligado de quien logra apaciguar ciertas ansiedades malditas, perdiéndose en la bruma de voluptuosidades artificiales, de humanismos despiadados} sino que quizás, también podría poseer un albedrío ligero transmutacional, pastando a placer de un lado a otro en las fronteras de esta realidad fija, o arbitraria, o convencional; ser un mutatis mutandis post-informático que salpica con barriles de vinilo blanco silencio las paredes de sus propios pulmones, con escondites mentales a salvo de tantas y tan instituidas alucinaciones colectivas.
 
Bestias y criaturas de la noche, desde donde quiera que este mundo a toda luz les permita refugiarse a acechar, vengan a espantarme y desgarrarme de una vida tan indiferente.
 
Despertar en privación del silencio, sin embargo, náufrago en diminutas islas en medio del océano urbano y sus irregular oleaje de cemento, con su sedimento compuesto por basuras corporativas y tornillos sueltos; un mundo plagado de cajitas amarillas de goma de mascar y desecho electrónico. Soy ser humano de las últimas generaciones que pudiendo crecer con la lozanía de los paisajes repentinos que entraban directamente por las puertas de las casas, que aprendió a camniar durante travesías cotidianas por mangas y potreros, sembrados de hongos, pimientos, flores y árboles frutales; hogar y centro de encuentro para asuntos de seres alados, de plumas y escamas kaleidoscópicas, aves de agua que con el soplo de la imaginación, existían con privilegio dentro de  los reflejos de los charcos, multiplicados en desordenadas cifras por los senderos de un tiempo irregular.
Cuando escucho un gemido, ¡mucho más si es un grito animal!, cuando a través de ese lenguaje articulado en estridencias propias a la cacería, palpita esa noche que se devora a sí misma mediante sus criaturas negras, plateadas, pardas y albas; en el momento en el que esa garra acústica alarga una púa y con su punta rasga el tímpano en mi oído, largamente anestesiado por el ruido de los autos en las pistas; es en ese extraordinario instante cuando ocurre la paradoja en la que aquel miedo milenario a la noche, se revela como un lujo escaso dentro de esta colosal colmena de hierro y hormigón.

lunes, 26 de agosto de 2013

Natalicio de Julio Cortázar

Un 26 de agosto de 1914 nació por casualidad en Bruselas, el escritor Julio Cortázar.




Nació en Bruselas por una casualidad. Trabajó de profesor en escuelitas, a pesar de que se le daba tan mal, para sostener a su vieja. Nunca fue a la universidad a recibir clase, entre otras cosas, porque no tenía cómo costearlo; pero sí que dictó clases en ellas. Humanista hasta el tuétano, osciló indeciso, como su gran Horacio Oliveira, en la militancia política: lo único claro es que estuvo en contra del Imperio yanqui; aunque de ese asqueroso país amara sin medida el jazz de los negros y a Poe, de quien es un vástago prodigioso.


Muchos de nosotros estaremos siempre en deuda con él, pues su Rayuela, constituyó una enrevesada biblia para nuestras juventudes en la post-modernidad. Bueno, Cortázar tiene muchísimo más que ofrecer además de Rayuela; este hombre colosal era infinito. Mi padre dice que la suya es una literatura cuántica. Qué bueno que lo recuerdes en el día de su eterno nacimiento, Lu. Me perdonarás, pero yo a Julio lo miro con tanto asombro que a veces me da por creer que es dios.